NOSOTROS
“Solo cuando olvidemos
el YO para dar paso al NOSOTROS, habremos cerrado una parte
importante del ciclo evolutivo del ser humano”
No existe otra forma de
vivir en PAZ.
SOMOS
Ahora
pienso que los gloriosos años 60 de los que todo el mundo habla con
nostalgia, a mí se me pasaron por alto junto a sus loables
movimientos sociales, quizás por que por entonces viviera una época
que, sin valorar en toda su magnitud, tuve más libertad que nunca
en esta vida y un contacto directo con esa naturaleza virgen que aun
hoy, en la recta final de mi existencia, añoro incluso con todos
sus peligros
Sólo
en el invierno de mis fracasos me concedí el placer de soñar con el
amor sincero, rechazando principios impuestos que siempre me hicieron
sufrir.
La
memoria suele ser traicionera cuando uno más la necesita, pero esto
es algo lógico y patrimonio exclusivo de los hombres comunes que son
mayoría. Los genios son excepciones y yo, no me encuentro ni siento
parte de ellos.
Leyendo
días pasados a Terenci Moix me llamó la atención la referencia a
un pensamiento de Kasantzakis que decía: NADA CREO, NADA TEMO, SOY
LIBRE. Me tomé el atrevimiento de incluir al principio del
pensamiento: MADA SOY, porque en realidad y tanto si soy como si no
soy, deberíamos acostumbrarnos a decir: SOMOS.
Si
pudiera escribir este extraño epitafio en mi lápida, más de uno
pasaría frente a mi tumba y se reiría al leerlo, suponiendo que
estaba escrito por un loco lleno de fantasía; un farsante, pero si
en cambio pusiese: Aquí yace el burro más idiota que existió,
seguramente todos dirían: hay que ver, que sinceridad tenía el tío.
Porque todos, y de alguna forma presionados por un parasimpático que
se salta la torera en forma de subjeción, nos sentimos burros e
idiotas, corriendo hipnotizados tras la zanahoria del poder,
pendiendo del hilo de sus caprichos.
Recuerdo
cosas insólitas, como ser que cuando tenía 6 años, mi padre entró
un día eufórico corriendo a casa al tiempo que gritaba: terminó la
guerra. Era el año de 1.945 y yo. Entre asombro y curiosidad
infantil, pregunté: ¿Qué es la guerra? Aquí la memoria me
traiciona, porque supongo que me lo explicaron pero aún hoy, sigo
sin entenderlo.
Pasé
durante la mayor parte de mi vida, primaveras y veranos en la más
absoluta inconsciencia y montado en un carro completo de
irresponsabilidades insólitas; no de aquellas que se apartan de un
orden establecido por conveniencias de Estado, sino humanas, que son
las únicas de las que realmente me arrepiento.
Rompí
con valores que mi propia consciencia me dictaba y eso no está bien,
aunque al final terminó por hacerme más humano, más crítico
conmigo mismo, y más buscador del Nosotros que del Yo.
Esto
vino a suponer en el ocaso de mi carrera por vivir, el único triunfo
que ostento y pretendo hacerlo extensible a todos mis semejantes. EL
FINAL DEL PROTAGONISMO SERÁ EN PRINCIPIO DE LA SOCIEDAD RACIONAL.
El
día que el gran científico descubridor de la panacea que salve a la
raza humana de todos sus males, comprenda que es tan protagonista de
semejante hazaña, como la señora analfabeta que limpiaba su casa y
cuidaba a sus niños para que el pudiera oficiar de descubridor, todo
habrá empezado a cambiar para bien y sobre todo, para bien común.
No
podemos por ética social, destrozar esa esencia que sostiene
encadenada, la propia esencia social, adjudicando méritos
individuales que hasta los más insignificantes, se han conseguido
con el concurso de muchos.
Edison
inventó la “lamparilla eléctrica” entre otras muchas cosas; su
nombre sonó, suena y sonara por siempre en todos los confines de la
tierra. Pero los nombres de sus colaboradores, que pasaron noche tras
noche en vela controlando las locuras del genio, aportando ideas y
sin cobrar durante varios meses, de esos, nunca se sabrá nada.
Fue
la lamparilla como muchos otros logros el triunfo de un conjunto, un
mérito de la humanidad, pero el premio, la gloria y hasta la bella
Dafne, llevó en su cabeza el protagonismo de un solo hombre, en sus
ansias de ser superior al resto sin serlo ni merecerlo, ya que su
egoísmo rompió el equilibrio social.
NADA
SOY, NADA CREO, NADA TEMO, SOY LIBRE. Este pensamiento modificado a
mi antojo, lo tengo medio arraigado en mi estúpida consciencia que
muchas veces me hace valorar erróneamente las cosas, quizás, porque
aún le queden algunas manchas de criterios impuestos por lavar.
Se
que NADA SOY, o en todo caso mínimamente parte de un conjunto. No
creo en lo que por norma impuesta creen los demás, creo en el
hombre, por lo tanto y tal como está montado el sistema, NADA CREO.
NADA
TEMO, es verdad, porque asumo la muerte con la misma alegría que
asumí la vida cuando fui consciente de ella, ¿pero?, no tengo el
pensamiento filosófico totalmente arraigado porque no me siento
LIBRE, ya que para serlo, tendría que ser mi libertad la libertad de
todos, en esta cadena de una sociedad que, para favorecer a unos
pocos en premio por sus protagonismos, va dejando eslabones humanos
tirados por el camino y empieza a resultar ya, más corta que la
confesión de un santo.
Ni
en el amor nos libramos de esta lacra. Yo fui víctima del
protagonismo en la conquista y luego en el hogar. Mis mujeres por su
lado hicieron otro tanto, y así nos fue; tires y aflojes permanentes
por ver quién era más que quien, terminando siempre con los
sufrimientos de amores perdidos y clamando respuestas que no existen.
Duelos
y más duelos renacentistas en los que ambos contendientes hacían
diana siempre en plena convivencia, que moría indefectiblemente en
medio de horribles estertores que prefiero no describir. Al final,
todos infelices, gritando idiotas frente a los espejos, y los más
fuertes, insistiendo en buscar una felicidad que tuvieron en sus
manos para que, en caso de volverla a encontrar, tirarla
inconscientemente a la mierda por mantener un status social que les
hagan creerse superiores al resto, sin una base racional que respalde
tan trasnochado pensamiento.
QUIEN
PRETENDA SER ALGUIEN SUPERIOR EN ESTA VIDA, NUNCA SABRÁ QUIEN ES.
SOMOS,
y no, SOY. Todos a la vez pondremos al mundo en su sitio
Ahora
medio entiendo lo que pasó en los años 60. Lástima que fueran en
el fondo, vanas ilusiones…
Nota:
(Kasantzakis – Poeta griego que escribió 33.333 versos en honor a
Homero)
.
Mario
R. Masjoán