martes, 24 de abril de 2012

LAS LUCHAS ENTRE LOS PODERES ECONÓMICOS, SIEMPRE LAS PAGA EL PUEBLO

Esta terrible crisis que estamos padeciendo, fue provocada por diferencias entre las grandes Corporaciones Económicas que intentan dominar al mundo imponiendo una moneda única y un férreo control sobre los ciudadanos.
Los principios de las Coronas nunca se perdieron, fueron transferidos al Capitalismo y la Democracia no paso de tímido intento frustrado.
Lo triste del caso es que esas luchas entre poderosos, siempre terminan siendo pagadas por el pueblo que nunca pudo ejercer su derecho Democrático, o sea, ser el verdadero dueño del poder.
Las grandes corporaciones siempre son especulativas y a un nivel que el pueblo ni sabe que existe. Para esta gentuza el pueblo tiene que ser lo más ignorante que se pueda, porque así lo dominan mejor y porque de lo contrario y como estaba empezando a ser, los avaros fracasarían.
Con un pueblo instruido y un estado de bienestar alto, el capitalismo especulativo no podría triunfar, y si además, los representantes de ese pueblo fuesen auténticos Demócratas, actuarían como actuaron los representantes de Islandia, nacionalizarían la Banca, juzgarían a todos los corruptos y les encarcelarían como corresponde. Para que uno gane, otro tiene que perder; y para que uno gane mucho, muchos tienen que perder.
Siempre nos cuentan lo mismo, o sea, que el Capital produce riqueza, pues miren por donde, esto no es así: El Capitalista invierte y se sienta en su despacho, mientras el trabajador produce la riqueza del capitalista, cuando lo justo y lógico sería: pagar los salarios y repartir el resto un 50% para cada lado. Solo entonces, no abría abusos, ni crisis, y todo funcionaría mejor. Pero esto es más Utópico que la medialúnica isla de Sir Thomas Moore.
De esta crisis, el único que saldrá perdiendo es el pueblo, y así nos llevarán, de crisis en crisis hasta que logren ser quienes controlen a este mundo.
Muchos pervertidos, arrogantes, sin principios y seguramente creyéndose inmortales, esclavizarán al resto. Que pena...

Mario Masjoán

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