La tragedia sucedida por negligencia y
falta de humanidad, donde una niña de 3 años perdió la vida porque
dos servicios de “ambulancias” no se pusieron de acuerdo, quien
tenía que ir a buscarla (si los Burgaleses o los Alaveses) para
ingresarla en un hospital, parece más una charada medieval que una
equivocación puntual y desgraciada.
Pero el horror más espantoso es el
hecho de saber que el Condado de Treviño es un punto conflictivo que
se encuentra en territorio de Álava y su población, que ahora
pertenece a la autonomía de Castilla León, en 1.940 votaron
pertenecer a Álava, el 92%.
La fundación
oficial de la villa de Treviño la realizó en 1161 el rey de Navarra Sancho VI El Sabio, existiendo en épocas ateriores un primitivo monasterio titulado
de San Fausto, que en 1068 aparece en la dotación de la Iglesia de Oña por Sancho II de Castilla, aunque en 1200 pasó a poder de Cadtilla tras la victoria que el rey castellano Alfonso VIII obtuvo en la guerra que mantuvo contra el rey navarro,
siendo desde ese momento el Condado de Treviño una parte más de
Castilla hasta nuestros días.
Ay con las Benditas o Diabólicas
fronteras. Hubieron tires y aflojes pero al final, todo quedó igual
y el Condado de Treviño es una parte de Castilla León, aunque se
encuentre territorialmente, dentro del País Vasco.
Entonces, sucede la tragedia: “Se
enferma un niño/a de gravedad y hay que solicitar una Ambulancia
para que lo lleve con urgencia a un hospital. Llaman a Burgos y le
contestan a los padres que llamen a Álava” y entre llamada y
llamada, el niño/a se murió, con solo 3 años.
Cuando me enteré se me cayó el alma a
los pies, como se dice coloquialmente. Era tarde para aportas
soluciones, pero no para reclamar con fuerza la solución de este
desatino, sino TODOS, solo hace falta voluntad para arrasar todas las
fronteras, porque todos SOMOS HUMANOS aunque unos tengan más capital
que otros.
Para una cosa que sucedió en el
Condado de Treviño, tendrían que haber ido dos ambulancias, (una de
cada lado), pero no fue NINGUNA.
Lo siento por los padres y los acompaño
en su dolor
Mario R. Masjoán
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