No es la letra de un
tango, ni tiene nada que ver con frentes marchitas, volver a la
lógica en todos nuestros actos, porque aunque extrañas fuerzas
intenten impedirlo, es lo correcto.
Dudar es una de las
cuestiones más grandiosas que nos dio la evolución. Somos los
únicos animales que podemos hacerlo, pero quienes se han basado en
lo abstracto para dominarnos, tratan y tratarán de impedirlo.
Si no dudamos y si no
somos capaces de cambiar cuando vemos claramente que estamos
equivocados, nos transformamos en entes irracionales, pero con el
agravante de haber perdido la capacidad de actuar por instinto.
No reconocer nuestros
errores, no nos hace más fuertes, sino todo lo contrario, nos hace
insignificantes e irracionales, aunque prepotentes, arrogantes y
dominadores.
Esta forma de actuar
anómala nace dentro del seno familiar, porque es allí donde
nuestro perfecto ordenador llamado cerebro, recibe como base, los
primeros datos.
Los promedios
hereditarios son altísimos y la causa de que alguien cambie, actúe
con lógica y respete la libertad de los demás, radica en esos
principios que adquiera fuera o dentro de ese entorno. Algo bastante
difícil de conseguir.
Nos es fácil dejar la
teta materna (creo que a la mayoría lo tiene atrapado), siendo que
en el resto de los animales, es la propia madre quien obliga y crear
la independencia al hijo.
No me refiero a
despreciar las maternidades ni las paternidades, sino tener el valor
de defender su propia independencia con total libertad. A adquirir
conocimientos aunque nuestros padres hayan sido, por diversas causas
mayores, muy ignorantes.
Ciertos factores
extraños colaboran en poner frenos evolutivos, por conveniencias
económicas o dogmáticas.
Inventan seres
abstractos con poderes creativos, y omnipotentes que dominan, desde
las sombras, la vida y muerte de todos los seres vivos, incluidos los
seres humanos, que tienen el privilegio de otra vida inexplicable,
tras una muerte natural.
Cuando era joven,
escuchaba narraciones sobre algo que llamaban “lavados de
cerebros”, y que solían aplicar ciertos gobiernos en guerra para
sonsacar informaciones a prisioneros capturados. Ya mayor, comencé a
informarme sobre esas técnicas aberrantes y llegué, en un
principio, a creer que realmente existían. Cuando me convencí de
ello, investigué más fondo y lo primero que me dio la pauta de que
eso existía, fue la Alemania de Hitler, porque sus discursos
dirigidos al pueblo, cuando realizaba la exterminación de los
judíos, se basaba en una premisa que esgrimía continuamente:
Gritando como el enajenado que era, aquello de: por cada judío que
matamos, salvamos la vida de 6 alemanes. El 70% apoyaba a Hitler. El
70% tenía el cerebro lavado. Hay un dicho que dice: repite 100 veces
una mentira y la transformaras en verdad. Hitler hizo bueno el dicho
y con el consentimiento del 70% de su pueblo mató a 6.000.000 de
judíos. Cuando despertaron de ese terrorífico sueño, ya era tarde,
porque varias generaciones padecieron esa atrocidad.
Pero el lavado de
cerebros humanos no lo inventó Hitler, solo se limitó a copiarlo de
las religiones vigentes en ese momento (o sea, todas). La única
diferencia que existía, era que las religiones lavaban cerebros por
una causa económica y Hitler para producir una masacre consentida,
que pasó a la historia como genocidio. Es bueno saber que en esa
guerra y sin museo de “genocidio turístico”, los Rusos perdieron
29.000.000 de personas, algo que rara vez se comenta.
Volver a ser libres es
un esfuerzo que requiere voluntad. No existió ningún filósofo,
ningún matemático ni ningún notable que no haya dudado y también
cambiado, sin que ello lo traumatizase, ni le hiciese sentir
inferior.
Como ejemplo práctico
diré: si la Democracia es el poder del pueblo, ¿Por qué no echamos
a patadas a los representantes que nos fallan o entorpecen la función
de gobierno, con objeto de llegar a él-
Como ejemplo polémico,
también diré; ¿porque creemos en seres abstractos a los que llaman
Dioses, si nadie puede demostrar que existen?.
Volver sin la frente
marchita y con la lógica por delante, dudemos y cambiemos porque
solo así, seremos libres.
Mario Masjoán
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