VIDA
El inexorable tiempo de
ha empeñado
En tapar la juventud
que llevo dentro.
Impide el cuerpo la
libertad del alma
Atando con cadenas sus
deseos.
Solo la imaginación en
libertad vuela
Y al viento le cuenta
tus anhelos,
Anhelos vanos quebrados
por los años,
Anhelos que en ¡ay! Se
convirtieron.
Cuentos que contar
surgen de golpe
A nietos sordos de un
mundo diferente.
Solo escuchan como se
aleja tu vida
en busca de la tierra
que te espera.
Flores hambrientas,
viñas y cereales,
Desean tu fuerza para
ser mejores…
Se cumple el ciclo de
la ley natura,
Alegría, tristeza,
nueva vida, muerte.
¿Qué es la muerte, si
en vida se erige?
La muerte no existe
solo es otras vidas,
Quizás más hermosas.
Se fueron los amores,
las mieles, los cielos
Y las meretrices con
todos sus vicios.
Quedan los recuerdos de
vida y de tierra,
Recuerdos que mañana
No serán ni eso.
Mario R. Masjoán
La vida del ser
racional es una compleja mezcla de tiempo y sentimiento- El
sentimiento es quien da sentido de vida a la razón y el tiempo,
condiciona y limita esa vida.
El sentimiento como
base de convivencia, acepta con resignación los promedios que
indican los topes que el tiempo le otorga a la vida, y si ese
promedio se altera accidentalmente o adrede, crea en quienes quedan,
desequilibrios psicológicos muy fuertes.
La proximidad del fin
basado en esos promedios, hace disminuir los desequilibrios
psicológicos ante lo inevitable. Resulta mucho más fácil asimilar
la muerte de un anciano, que la de un joven.
No obstante, la razón
por la razón se resiste a aceptar la finura de la vida y comienza a
fabricar subconscientemente, dioses fantásticos, inmortales y
creadores del mundo y de la vida. Aparece el concepto de “destino”
como irremediable hecho que juega entre los tiempos de vida; -El
destino o los Dioses quisieron que tal o cual muriese a los 15 años,
o que viviese hasta los 110.
El hecho de que el ser
racional se invente un alma inmortal, no es más que un delirio
que emana del
sentimiento de superioridad que le da la razón en relación con el
resto de los seres vivos.
Somos materialmente
iguales al resto de los seres vivos, nos morimos y nos pudrimos como
todos, pero solo el alma del hombre irá al cielo o al infierno.
La razón nos ha
permitido ser los únicos animales conscientes de nuestra propia
existencia, pero al mismo tiempo nos transformó en petulantes
sádicos destructivos, capaces de atentar contra los de nuestra
propia especie, solo por la estupidez casi irracional, de creernos
superiores e inmortales.
No tenemos derecho a
disponer de la vida de los demás, ni por mandato divino, ni por
superioridad cultural o económica, ni por colores de piel, ni por
poder.
Con cada vida que
nace, nace una muerte y quien no acepte este principio en su
conjunto, nunca aprenderá a vivir y desperdiciará su tiempo en un
mundo de ridículas fantasías, que nada tienen que ver con la
realidad del ser, ni con el espíritu social que debemos tener.
Es preferible abonar
una flor o engordar un gusano, que morir viviendo la ilusión de
alcanzar un irracional cielo que no existe, aunque hayas amasado una
descomunal riqueza que está manchada con hambre de tus hermanos...
Mario R. Masjoán
Publicado en mi
antiguo Blogs, hace unos 10 meses.
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