(Ruina de un sistema casi perfecto)
El sistema Democrático vigente (si es
desde su inicio como el que aplicamos hoy) no contempla en su
totalidad los deseos de las mayorías, porque aunque así lo parezca,
la realidad demuestra que crea indefensión en cifras tan altas, que
resulta inminente el estudio y aplicación de una reforma.
Entiendo que toda propuesta de reforma
Constitucional es engorrosa y difícil de aceptar por parte de
quienes hoy ostentan el mal llamado “poder del pueblo”, ya que si
se materializase algo así, el cometido de abusos desaparecería,
junto con los privilegios existentes que surgen de premisas
preconcebidas.
Nuestro sistema electoral contempla el
logro de la “Mayoría absoluta” de los votos que el pueblo otorgó
al Candidato que ostentará el poder (que ese pueblo durante 4 u 8
años le otorgó).
Hasta aquí, todo resulta muy bonito si
se mira desde la distancia, pero la realidad demuestra altos y bajos
de que quienes gobiernan con el beneplácito popular, porque abusan
(en la mayoría de los casos descaradamente) de la inocencia de esos
pueblos, manipulando sus mentes para que no se den cuenta que la
equidad se va cambiando por el protagonismo salvaje que termina
siempre en encubiertas tiranías.
La Democracia en estado virgen y
recién ideada por los Griego de las antiguas colonias de Asia Menor,
era un sistema basado en la igualdad entre seres humanos y tenía
como objetivo impulsar el sentimiento
de colaboración que se extinguía rápidamente, cambiándose por el egoísmo, la avaricia y el poder.
de colaboración que se extinguía rápidamente, cambiándose por el egoísmo, la avaricia y el poder.
Quizás se lograra por aquel entonces
(aunque no existan datos que lo corroboren), aunque más rápido de
lo que podemos pensar, el sistema cayó en manos del Capitalismo que
supo jugar bien sus cartas.
Volviendo al tema principal, incluso
con todos sus defectos (no tenemos otro mejor), la solución a los
problemas pasaría por quitarle poder al capitalismo, pero, como no
da la cara la cuestión se torna imposible y la compra de voluntades
más fácil.
Entonces, tenemos que recurrir a la
pureza democrática y esgrimir el “plebiscito popular” como arma
controlada sobre la corrupción política. Los Suizos hace ya tiempo
que usan este mecanismo Democrático que rosa la perfección, porque
es equitativo con la voluntad del pueblo.
La cuestión radica en devolverle al
pueblo, el poder que le quitaron con artimañas
Todo tiene un límite en esta vida,
incluso la propia vida, por lo que caminar sobre ese límite no
debería dar miedo sino confianza en que lograremos la ecuanimidad
que necesitamos para vivir en paz.
Mario R. Masjoán
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