martes, 9 de septiembre de 2014

LA MAYORÍA ABSOLUTA


(Ruina de un sistema casi perfecto)

El sistema Democrático vigente (si es desde su inicio como el que aplicamos hoy) no contempla en su totalidad los deseos de las mayorías, porque aunque así lo parezca, la realidad demuestra que crea indefensión en cifras tan altas, que resulta inminente el estudio y aplicación de una reforma.
Entiendo que toda propuesta de reforma Constitucional es engorrosa y difícil de aceptar por parte de quienes hoy ostentan el mal llamado “poder del pueblo”, ya que si se materializase algo así, el cometido de abusos desaparecería, junto con los privilegios existentes que surgen de premisas preconcebidas.

Nuestro sistema electoral contempla el logro de la “Mayoría absoluta” de los votos que el pueblo otorgó al Candidato que ostentará el poder (que ese pueblo durante 4 u 8 años le otorgó).
Hasta aquí, todo resulta muy bonito si se mira desde la distancia, pero la realidad demuestra altos y bajos de que quienes gobiernan con el beneplácito popular, porque abusan (en la mayoría de los casos descaradamente) de la inocencia de esos pueblos, manipulando sus mentes para que no se den cuenta que la equidad se va cambiando por el protagonismo salvaje que termina siempre en encubiertas tiranías.

La Democracia en estado virgen y recién ideada por los Griego de las antiguas colonias de Asia Menor, era un sistema basado en la igualdad entre seres humanos y tenía como objetivo impulsar el sentimiento
de colaboración que se extinguía rápidamente, cambiándose por el egoísmo, la avaricia y el poder.

Quizás se lograra por aquel entonces (aunque no existan datos que lo corroboren), aunque más rápido de lo que podemos pensar, el sistema cayó en manos del Capitalismo que supo jugar bien sus cartas.

Volviendo al tema principal, incluso con todos sus defectos (no tenemos otro mejor), la solución a los problemas pasaría por quitarle poder al capitalismo, pero, como no da la cara la cuestión se torna imposible y la compra de voluntades más fácil.
Entonces, tenemos que recurrir a la pureza democrática y esgrimir el “plebiscito popular” como arma controlada sobre la corrupción política. Los Suizos hace ya tiempo que usan este mecanismo Democrático que rosa la perfección, porque es equitativo con la voluntad del pueblo.
La cuestión radica en devolverle al pueblo, el poder que le quitaron con artimañas

Todo tiene un límite en esta vida, incluso la propia vida, por lo que caminar sobre ese límite no debería dar miedo sino confianza en que lograremos la ecuanimidad que necesitamos para vivir en paz.

Mario R. Masjoán

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