LA SOLIDARIDAD DEL CAPITALISMO

LA SOLIDARIDAD DEL CAPITALISMO

Esta semana, el horror y la indignación abarrotaron mi mente haciéndome pensar en el espanto de aquellos Africanos que cayeron al agua antes de que su frágil "patera" pudiese atracar en la Isla de Lampeduza.

Estaban rodeados de pescadores que, por una Ley Italo-Comunitaria, NO PODÍAN RESCATÁRLOS. 200 personas o quizás más, murieron delante de unos malnacidos que no movieron ni un dedo para salvarles de horror. Pero claro, yo me olvidé citar que los que se estaban ahogando eran NEGROS

cuando se inicia la expansión Europea en África que alcanzará su culmen en el último cuarto del siglo 19, los Estados necesitados de abundantes materias primas para sus industrias modernas y de amplios mercados, van a volver sus ojos sobre el pastel africano. Se produce así el reparto de África

Cuando Europa se "repartió" África, a finales de 1.700 y principios del 800, les quitaron a los habitantes de ese enorme continente, casi todos los recursos naturales que tenían, esquilmándoles totalmente hasta el año 1.960, cuando recobraron la libertad los últimos países dentro de los cuales estaba Nigeria. Yo conocí Nigeria en 1.982 (estando Sagun Shagarí como Presidente Democrático) y me quedé asombrado cuando me di cuenta que durante los casi 200 años, los Ingleses que les explotaron, no habían edificado NADA (ni un colegio) y los Curas y Pastores que entraron a "evangelizar", solo dejaron precarias Iglesias. Pero no quiero ser injusto, también dejaron las casas donde habitaban ellos CON UNA HABITACIÓN BLINDADA.

Ya les vale a Italianos, Europeos y otros, porque cuando se retiraron de África sin dejar NADA (ni un mísero sistema para que se gobiernen solos) ahora, es tan evidente el odio y la soberbia que les caracteriza, junto con la indiferencia que forma parte de ellos, que no me extrañaría ver fotos de Africanos negros exhalando su último suspiro, con los pulmones repletos de agua.

Muchas veces pienso que a estos degenerados (sádicos), les divierte ver a un Negro ahogándose. Pero no nos engañemos, la culpa de que pasen estas cosas LA TENEMOS TODOS.

Mario R. Masjoan