Un escritor Uruguayo llamado Eduardo Galeano, que merece todo mi respeto, definió el momento que vivimos, de una forma muy original, dijo: Vivimos en la cultura de cabaret, donde el contrato del matrimonio importa más que el amor; el funeral más que el muerto; la ropa más que el cuerpo, y la misa más que Dios. La sociedad ha perdido el rumbo, y como no sabe lo que busca, no valora lo que encuentra. El afán de protagonismo se apoderó de nuestras mentes y todos, queremos ser más que todos.
La colaboración se transforma en egoísmo y la solidaridad en comercio. Los principios que dieron pie a que se formaran las primeras sociedades, hoy tratan de destruirlas, y lo están consiguiendo. Lejos de ayudar a nuestros vecinos, disfrutamos cuando se hunden, y a nivel de Estado, somos capaces de iniciar una guerra para quedarnos con los bienes de países enteros, sumiendo a sus habitantes en la mas desgarradora miseria en la que además, les queda un sentimiento de culpa que no tuvieron.
Todo está “patas para arriba” como diría mi abuela si viviera, porque se perdieron los valores humanos que nos regaló la evolución.
La religiones intentaron capitalizar la colaboración y la solidaridad, pero su afán de protagonismo, sus mentiras destapadas por la ciencia y sus lujos en honor a sus dioses que disfrutan sus supuestos representantes terrenales, echaron por tierra el cuento y el ser humano se deshumanizó.
Hoy todo es marketing, todo es poder, todo es una basura que no hay escoba que la barra. Quizás los Mayas tengan razón y esto sea el principio del Fin del Mundo.
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