viernes, 6 de abril de 2012

De vida y muerte


VIDA

El inexorable tiempo se ha empeñado
en tapar la juventud que llevo dentro.
Impide el cuerpo la libertad del alma
atando con cadenas sus deseos.

Solo la imaginación en libertad vuela
y al viento le cuenta tus anhelos,
anhelos vanos quebrados por los años,
anhelos que en ¡ay! Se convirtieron.

Cuentos que contar surgen de golpe
a nietos sordos de un mundo diferente.
Solo escuchan como se aleja tu vida
en busca de la tierra que te espera.

Flores hambrientas, viñas y cereales,
desean tu fuerza para ser mejores…

Se cumple el ciclo de la ley natura,
alegría, tristeza, nueva vida, muerte.
¿Qué es la muerte, si en vida se erige?
La muerte no existe solo es otras vidas,
quizás más hermosas.

Se fueron los amores, las mieles, los cielos,
y las meretrices con todos sus vicios.
Quedan los recuerdos de vida y de tierra,
recuerdos que mañana no serán ni eso.

Mario R. Masjoán

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La vida del ser racional es una compleja mezcla de tiempo y sentimiento- El sentimiento es quien da sentido de vida a la razón y el tiempo, condiciona y limita esa vida.

El sentimiento como base de convivencia, acepta con resignación los promedios que indican los topes que el tiempo le otorga a la vida, y si ese promedio se altera accidentalmente o adrede, crea en quienes quedan, desequilibrios psicológicos muy fuertes.

La proximidad del fin basado en esos promedios, hace disminuir los desequilibrios psicológicos ante lo inevitable. Resulta mucho más fácil asimilar la muerte de un anciano, que la de un joven.

No obstante, la razón por la razón se resiste a aceptar la finura de la vida y comienza a fabricar subconscientemente, dioses fantásticos, inmortales y creadores del mundo y de la vida. Aparece el concepto de “destino” como irremediable hecho que juega entre los tiempos de vida; -El destino o los Dioses quisieron que tal o cual muriese a los 15 años, o que viviese hasta los 110.

El hecho de que el ser racional se invente un alma inmortal, no es más que un delirio que emana del sentimiento de superioridad que le da la razón en relación con el resto de los seres vivos.

Somos materialmente iguales al resto de los seres vivos, nos morimos y nos pudrimos como todos, pero solo el alma del hombre irá al cielo o al infierno.

La razón nos ha permitido ser los únicos animales conscientes de nuestra propia existencia, pero al mismo tiempo nos transformó en petulantes sádicos destructivos, capaces de atentar contra los de nuestra propia especie, solo por la estupidez casi irracional, de creernos superiores e inmortales.

No tenemos derecho a disponer de la vida de los demás, ni por mandato divino, ni por superioridad cultural, ni colores de piel, ni por poder.

Con cada vida que nace, nace una muerte y quien no acepte este Principio en su conjunto, nunca aprenderá a vivir y desperdiciará su tiempo en un mundo de ridículas fantasías, que nada tienen que ver con la realidad del ser, ni con el espíritu social que debemos tener.

Es preferible abonar una flor o engordar un gusano, que morir viviendo la ilusión de alcanzar un cielo que no existe.

Mario R. Masjoán
Publicado en mi antiguo Blogs, hace unos 10 meses.

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