El Libro expone la posibilidad de que
Jesús no muriera en la Cruz, sino que una vez curado de las heridas
causadas por la crucifixión, emprendiera la huida hacia el Este, en
busca de las tribus perdidas de Israel. Jesús habría llegado así a
Cachemira, en donde comenzaría una nueva vida y moriría —a edad
muy avanzada— de muerte natural. Su tumba se venera hoy en
Srinagar, capital de Cachemira. (También existen datos que indican
que la Juventud de Cristo se produjo en Cachemira, junto a un grupo
de Hebreos que se habían instalado allí tras en éxodo. Por eso no
existen datos de ese lapsus de su vida)
Además de la tumba propiamente dicha, una serie de nombres toponímicos dan fe en Cachemira del paso de Jesús.
Por otra parte, en Pakistán y a escasos kilómetros de la frontera con Cachemira, se ha localizado la tumba de María, madre de jesús, quien le habría acompañado en su huida hacia el Este. No soportando las penalidades del viaje, habría muerto en el camino, ya muy cerca del punto de destino.
Existen testimonios que hacen suponer que Jesús eligió este lugar para emprender la segunda etapa de su vida, por cuanto ya habría estado aquí durante los años en que la historia occidental no puede dar fe de sus actividades. Pero sí pueden darla, en cambio, textos históricos localizados en la la masería tibetana de Lhasa y en la la masería Hemis, en Ladakh (Cachemira).
Además de las tumbas de Jesús y María, una reducida comunidad judía aislada en la montaña viene custodiando en Cachemira desde hace 3500 años, la tumba de Moisés, del que igualmente hablan nombres toponímicos, conservándose incluso allí, la llamada “piedra de Moisés”.
Andreas Faber-Kaiser y Mercedes Castellanos viajaron al norte de la India para recoger testimonios y documentación sobre el terreno, para verterla luego en este libro que dio a conocer a Occidente esta tradición de la vida secreta de Jesús.
Además de la tumba propiamente dicha, una serie de nombres toponímicos dan fe en Cachemira del paso de Jesús.
Por otra parte, en Pakistán y a escasos kilómetros de la frontera con Cachemira, se ha localizado la tumba de María, madre de jesús, quien le habría acompañado en su huida hacia el Este. No soportando las penalidades del viaje, habría muerto en el camino, ya muy cerca del punto de destino.
Existen testimonios que hacen suponer que Jesús eligió este lugar para emprender la segunda etapa de su vida, por cuanto ya habría estado aquí durante los años en que la historia occidental no puede dar fe de sus actividades. Pero sí pueden darla, en cambio, textos históricos localizados en la la masería tibetana de Lhasa y en la la masería Hemis, en Ladakh (Cachemira).
Además de las tumbas de Jesús y María, una reducida comunidad judía aislada en la montaña viene custodiando en Cachemira desde hace 3500 años, la tumba de Moisés, del que igualmente hablan nombres toponímicos, conservándose incluso allí, la llamada “piedra de Moisés”.
Andreas Faber-Kaiser y Mercedes Castellanos viajaron al norte de la India para recoger testimonios y documentación sobre el terreno, para verterla luego en este libro que dio a conocer a Occidente esta tradición de la vida secreta de Jesús.
Conclusión Jesús no murió en la cruz
ni resucitó y el “cuento económico” de las religiones se
derrumba.
Mario R. Masjoán
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