Mi abuela Alela (alela la llamaba yo
cuando era un pequeño niño y le quedó para siempre. Todo el mundo
le llamaba alela y algunos creían que era su verdadero nombre). Fue
para mi (el primer nieto de la familia), abuela, madre y amiga
durante la niñez, adolescencia y juventud.
Era menuda pero con una vitalidad
realmente asombrosa. Sus padres había emigrado a Argentina, allá
por el 1.870 y se instalaron en la provincia de Entre Ríos, donde
pusieron el “Saladero de carnes” (San Javier) En aquella época,
un saladero era una empresa fuerte que dejaba grandes dividendos
anuales.
Mi abuela había nacido en 1.882 y era
la última de 4 hermanas. Fueron todas, instruidas por institutrices
y nunca les faltó nada.
Mi abuelo, también Entrerriano, era
químico, farmacéutico, profesor de Educación Física y Profesor de
Matemáticas. Se conocieron en un baile de Salón y al año se
casaron. A mi abuelo le ofrecieron regentear una gran Farmacia en
Buenos Aires y ambos se trasladaron a la Gran Ciudad donde nacieron
mis dos tíos y mi padre. Mi abuelo se hartó de Buenos Aires y
cuando un Señor le propuso ser Farmacéutico y además, profesor de
Educación Física en una ciudad pequeña de la provincia de Córdoba,
llamada San Francisco, no se lo pensó mucho y se largó con toda la
familia, para su nuevo destino.
Se instalaron en la calle
Saenz Peña, en una preciosa casa. El hijo mayor, Arturo (uno de mis
tíos) se quedó a vivir con sus padres, Jorge terminó los estudios
de Docente, se casó con mi tía Yolanda y se fueron a vivir a un
pueblo cercano a San Francisco, llamado Laspiur (Donde en poso tiempo
lo hicieron Director). Mi padre, mi madre y yo nos quedamos con los
abuelos y cuando yo tenía ya 6. años, nos fuimos a vivir a la casa
de la calle Salta. Por aquel entonces ya había nacido mi hermano
Marcelo y Marcos, el tercero, estaba en camino. Los abuelos estaban a
4 manzanas de nosotros y el terreno que tenía la casa era enorme y
estaba lleno de árboles florales y también de naranjos, una parra,
un níspero y una palmera en el centro. Al fondo estaba el gallinero
y a la derecha el garaje, con fosa y todo.
Ir a la casa de los
abuelos era todo una odisea y tanto a Marcelo como a mi nos
encantaba ir a jugar allí, porque además, los chicos de los
Carranza que vivían al frente y, los Juárez Nuñes que estaban al
volver la esquina, venían a jugar con nosotros.
La abuela nos hacía
dulces de Calabazas, compotas de naranja, etc. y siempre tenía
chocolate para nosotros.
Cuando ya había cumplido
los 12 años, y estando en casa de la abuela, vino el mayor de los
Juárez Núñez muy preocupado porque a su madre la habían llevado
al hospital con un ataque de nervios, Estuvo 3 días hospitalizada y
la mandaron a casa. Entonces cuando me quedé solo, se me ocurrió
pensar que a mi abuela, nunca la había visto enferma ni tomando
ningún medicamento (Ni si quiera tomaba aspirinas). Entonces le
pregunté: ¿Alela, tu nunca estás enferma ni tomas medicamentos?, a
lo que me contestó: Si tomo, pero no son hechos por los hombres sino
por la naturaleza. Como a mi me toleraba todo, le conteste “vamos
abuela que te conozco” (cuando le hablaba así, se reía y yo
notaba que le agradaba) y me dijo: mira, yo tomo TE (infusión) hecho
con cascarás de Granada seca. Hizo un descanso y siguió, yo tenía
15 años y problemas con las gripes invernales y los médicos no
daban pie con bola para que pueda evitarlas, entonces, un día que me
encontraba sentada en la galería, una de las chicas de la
servidumbre, de origen Mocobí, se me acercó y me dijo: Toma TE de
Cascara de Granada seca y nunca más tendrás gripe ni enfermedad
alguna. Se fue corriendo cuando vio a mi tío. Estando sola, rompí
dos granadas, les saqué el interior y puse la cascara a secar. Hablé
con mi padre y le dije que me dejara compartir cosas con Sami (Como
se llamaba la Indígena) y no solo me dejó, sino que le vi cara de
felicidad. (Llegamos a ser muy buenas amigas)
Mi abuela murió estando
yo en España y un gran dolor traspasó mi pecho, pero también de
felicidad y orgullo. Mi abuela se murió faltándole 3 días para
cumplir los 100 años. Era consciente de lo que pasaba y yo llegué a
la conclusión de que mi abuela vivió como todos, pero se murió
cuando ella quiso, porque a mi prima Estela que era quien le llevaba
la comida a la cama, cuatro días antes de morir y viendo que no
comía, le dijo: abuela, si no comes te vas a morir, y la respuesta
fue: Ya he vivido bastante.
Hace unos días, escuché
por TV que uno de los departamentos de CESIC en España, había
descubierto que la CASCARA de Granada contiene una sustancia que
elimina los llamados RADICALES LIBRES,
prolongando los años de vida de los seres humanos.
Las
grandiosas Multinacionales del Medicamento que disfrutan con la
química (aunque algunas veces deforme o mate), no fueron capaces de
descubrir las bondades de una simple GRANADA, que 140 años atrás,
prolongó la vida de una India y una Abuela, con solo tomar una
Infusión hecha con su cascara.
Mario
R. Masjoán
Homenaje
a una Gran Mujer (MI ABUELA)
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