domingo, 25 de mayo de 2014

MI ENTRAÑABLE ABUELA (ALELA)



Mi abuela Alela (alela la llamaba yo cuando era un pequeño niño y le quedó para siempre. Todo el mundo le llamaba alela y algunos creían que era su verdadero nombre). Fue para mi (el primer nieto de la familia), abuela, madre y amiga durante la niñez, adolescencia y juventud.
Era menuda pero con una vitalidad realmente asombrosa. Sus padres había emigrado a Argentina, allá por el 1.870 y se instalaron en la provincia de Entre Ríos, donde pusieron el “Saladero de carnes” (San Javier) En aquella época, un saladero era una empresa fuerte que dejaba grandes dividendos anuales.
Mi abuela había nacido en 1.882 y era la última de 4 hermanas. Fueron todas, instruidas por institutrices y nunca les faltó nada.
Mi abuelo, también Entrerriano, era químico, farmacéutico, profesor de Educación Física y Profesor de Matemáticas. Se conocieron en un baile de Salón y al año se casaron. A mi abuelo le ofrecieron regentear una gran Farmacia en Buenos Aires y ambos se trasladaron a la Gran Ciudad donde nacieron mis dos tíos y mi padre. Mi abuelo se hartó de Buenos Aires y cuando un Señor le propuso ser Farmacéutico y además, profesor de Educación Física en una ciudad pequeña de la provincia de Córdoba, llamada San Francisco, no se lo pensó mucho y se largó con toda la familia, para su nuevo destino.
Se instalaron en la calle Saenz Peña, en una preciosa casa. El hijo mayor, Arturo (uno de mis tíos) se quedó a vivir con sus padres, Jorge terminó los estudios de Docente, se casó con mi tía Yolanda y se fueron a vivir a un pueblo cercano a San Francisco, llamado Laspiur (Donde en poso tiempo lo hicieron Director). Mi padre, mi madre y yo nos quedamos con los abuelos y cuando yo tenía ya 6. años, nos fuimos a vivir a la casa de la calle Salta. Por aquel entonces ya había nacido mi hermano Marcelo y Marcos, el tercero, estaba en camino. Los abuelos estaban a 4 manzanas de nosotros y el terreno que tenía la casa era enorme y estaba lleno de árboles florales y también de naranjos, una parra, un níspero y una palmera en el centro. Al fondo estaba el gallinero y a la derecha el garaje, con fosa y todo.
Ir a la casa de los abuelos era todo una odisea y tanto a Marcelo como a mi nos encantaba ir a jugar allí, porque además, los chicos de los Carranza que vivían al frente y, los Juárez Nuñes que estaban al volver la esquina, venían a jugar con nosotros.
La abuela nos hacía dulces de Calabazas, compotas de naranja, etc. y siempre tenía chocolate para nosotros.
Cuando ya había cumplido los 12 años, y estando en casa de la abuela, vino el mayor de los Juárez Núñez muy preocupado porque a su madre la habían llevado al hospital con un ataque de nervios, Estuvo 3 días hospitalizada y la mandaron a casa. Entonces cuando me quedé solo, se me ocurrió pensar que a mi abuela, nunca la había visto enferma ni tomando ningún medicamento (Ni si quiera tomaba aspirinas). Entonces le pregunté: ¿Alela, tu nunca estás enferma ni tomas medicamentos?, a lo que me contestó: Si tomo, pero no son hechos por los hombres sino por la naturaleza. Como a mi me toleraba todo, le conteste “vamos abuela que te conozco” (cuando le hablaba así, se reía y yo notaba que le agradaba) y me dijo: mira, yo tomo TE (infusión) hecho con cascarás de Granada seca. Hizo un descanso y siguió, yo tenía 15 años y problemas con las gripes invernales y los médicos no daban pie con bola para que pueda evitarlas, entonces, un día que me encontraba sentada en la galería, una de las chicas de la servidumbre, de origen Mocobí, se me acercó y me dijo: Toma TE de Cascara de Granada seca y nunca más tendrás gripe ni enfermedad alguna. Se fue corriendo cuando vio a mi tío. Estando sola, rompí dos granadas, les saqué el interior y puse la cascara a secar. Hablé con mi padre y le dije que me dejara compartir cosas con Sami (Como se llamaba la Indígena) y no solo me dejó, sino que le vi cara de felicidad. (Llegamos a ser muy buenas amigas)

Mi abuela murió estando yo en España y un gran dolor traspasó mi pecho, pero también de felicidad y orgullo. Mi abuela se murió faltándole 3 días para cumplir los 100 años. Era consciente de lo que pasaba y yo llegué a la conclusión de que mi abuela vivió como todos, pero se murió cuando ella quiso, porque a mi prima Estela que era quien le llevaba la comida a la cama, cuatro días antes de morir y viendo que no comía, le dijo: abuela, si no comes te vas a morir, y la respuesta fue: Ya he vivido bastante.

Hace unos días, escuché por TV que uno de los departamentos de CESIC en España, había descubierto que la CASCARA de Granada contiene una sustancia que elimina los llamados RADICALES LIBRES, prolongando los años de vida de los seres humanos.

Las grandiosas Multinacionales del Medicamento que disfrutan con la química (aunque algunas veces deforme o mate), no fueron capaces de descubrir las bondades de una simple GRANADA, que 140 años atrás, prolongó la vida de una India y una Abuela, con solo tomar una Infusión hecha con su cascara.

Mario R. Masjoán
Homenaje a una Gran Mujer (MI ABUELA)

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