Hace ya varios años que la Fórmula 1
de automovilismo dejo de ser lo que era, para transformarse en un
disparate ridículo y sin sentido. Esto ocurre desde el mismísimo
instante en que asume la dirección del evento, un personaje
esperpéntico llamado Eclestoné.
Como la mayoría de las personas
pequeñas (no de altura física, sino de mollera), en su muy pequeña
participación como “Piloto”, no destacó mucho y se retiró como
uno más del montón. Se retiró sin arte ni parte, pero luchó hasta
hacerse con el control de la prueba y por lo visto, parece que la
pretende hundir para siempre.
Las normas por las que se rige hoy la
Formula 1 de Eclestoné, parecen hechas adrede para quitarle emoción
a las carreras, justo lo contrario de lo que se necesita.
Veamos: Se cambian normas y se
introducen otras demenciales como la gasolina que debe gastar cada
coche durante toda la carrera, sin posibilidad de repostar; o que
cubiertas deben poner; o que órdenes pueden dar a sus pilotos, cada
escudería, etc.
Este Eclestoné es de risa, porque hay
que ver para creer: “El atractivo (quizás el más aplaudido) fue
desde siempre, el rugir de los motores en plena acción, pues este
Señor lo redujo a su antojo”.
Si Eclestoné no se va de la Fórmula
1, rápido, este deporte alucinante se muere en poco tiempo. Dejen a
las escuderías que pongan las “Ruedas que ellos quieran”;
reposten las veces que quieran, que experimenten con los materiales
que quieran, que hagan otro tanto con el combustible etc., y que
respeten a rajatabla, las cilindradas de los motores y el tamaño de
los alerones. Entonces y solo entonces, volverá el espíritu de la
Fórmula 1 que nos dejaron, personajes como Juan M. Fangio; Farina:
Ascari, Villoressi y otros muchos, desde 1.950. No hay derecho que
este Señor, pretenda hundir el gran evento automovilístico que
representa la F. 1.
Un abrazo grande a quienes siguen este
deporte
Mario R. Masjoán
No hay comentarios:
Publicar un comentario