Desde finales de 1.981, hasta finales
de 1.983, realicé más de 25 viajes a Lagos Nigeria, representando a
la Empresa Valenciana “Codiman SL”, que me contrató como
responsable de las cuadrillas de trabajadores de la Obra (que según
ellos), tenían adjudicada en Lagos, para la construcción de 10.000
viviendas de bajo coste. El salario era bueno, por lo que dejé el
puesto de Visitador Médico de la Farmacéutica, INFALE SL.
Cuando llegué a Lagos (La ciudad más
grande de Nigeria y Capital Gubernamental) creí que había llegado
al desastre total. Bajamos del avión que nos transportaba y en un
principio me pareció todo normal, pero cuando presentamos la
documentación, todo comenzó a torcerse. En la ventanilla donde se
cuñaban los pasaportes, nos dijeron que para entrar a ese país,
teníamos que pagar 10 Nairas (unos 2 dólares), algo que no figuraba
en ninguna parte y que nuestra interprete que viajó con el grupo,
riendo nos dijo: Esto es un dinero que cobran aquí, para ellos. En
ese momento nos vio el Socio Nigeriano que estaba en la puerta
principal, habló con los responsables, les dio dinero y nos fuimos
al hotel Federal Palas donde viviríamos hasta terminar la obra.
Un primo del socio, hablaba español
perfectamente por haber estado en la Embajada de Nigeria en Madrid,
durante 4 años. Todos le llamaban Toni y era muy simpático.
Para no hacer muy larga la cuestión,
solo agregaré que a los de Codiman SL, no le adjudicaron la obra.
Cuando la cuestión se ponía mal, y viendo que no cobraría nada,
me fui una tarde al Piso de Pablo Gaon (Sobrino del dueño de la
empresa afro-Continental) y le conté mis penurias. Él vivía allí
y yo en España pero ambos eramos de origen Argentino. Como había
hecho buenas migas con Pablo, le pregunté ¿Como podría ganar
dinero en Lagos? Y este me contestó, _veamos: Tu eres amigo del
Senador Halo Wassiri, que está considerado Padre de la Patria por
haber conseguido la Independencia del país, junto con otros, en
1.960. Yo escuchaba absorto porque no sabía que Pablo conociera esta
cuestión, pero, ya metido en el lío, le dejé seguir. Pablo se
acomodó en un mullido sofá, y nos zampamos unos bocadillos que
había traído antes, y un vino bastante bueno. Cuando terminamos de
comer, me dijo: se que ese Senador te aprecia como si fueses su hijo
blanco, entonces, tienes que proponerle que: si él consigue cartas
de crédito para importar fertilizantes, la empresa de mi tio las
compra a razón de 3.000 dolares cada una. Terminó la reunión, me
despedí y le dije que al día siguiente le contestaría.
Fui a ver al Senador con un interprete
malísimo, pero me encontré con su hijo, que hablaba español. Le di
20 nairas al interprete y nos sentamos los tres. El hijo se llamaba
Adamu y cuando le comentó a su padre lo que yo pretendía, se rió y
me dijo: mañana tienes una. Recalqué que de los 3000 dólares, una
mitad era para mi y la otra para él. Acepto, me dio un abrazo y me
fui. Al día siguiente
llevé la carta de crédito, me la
pagaron en efectivo y le alcancé los 1.500 dolares al Senador. Volví
a España y cada 15 días viajaba a Nigeria, hasta que el 31. de
diciembre de 1-983, se produce un golpe militar que resulta
incruento, pero fatal para la economía Nigeriana.
Cuando yo bajaba de la habitación del
hotel y salia a la calle, a pocos metros estaba una Iglesia Católica
a la que acudían todos los domingos, muchos nigerianos y nigerianas.
También había iglesias protestantes y la cuestión resultaba
totalmente normal, incluso, en el diálogo con las personas que
mantenían tradiciones totalmente dispares.
Hoy la cosa cambió y la brutalidad se
apoderó de todo el país. Los Musulmanes terroristas siembran el
país de miedos, raptan a niñas colegiales, a mujeres, matan a
quienes se interpongan, incendias las Iglesias Católicas y los
Cultos protestantes, y ese espíritu abierto que tenía el nigeriano
comienza a flaquear, con el agravante de que estalle una auténtica
guerra.
Todo fanatismo es malo y todas las
religiones, separan más que unen. Nigeria se hunde y el sano
espíritu de ese pueblo grandioso llora a sus niños y niñas
raptadas. Yo también lloro junto a ellos y deseo de todo corazón,
que este despropósito termine pronto.
Un gran abrazo a todos mis amigos
Nigerianos
Mario R. Masjoán
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